miércoles, 20 de junio de 2007

Cooperación Social y la inmigración


Cooperación Social acoge en su blog unas consideraciones generales sobre un problema social de alta importancia, la inmigración.

En estos días el INE nos está ofreciendo datos sobre la inmigración en España. Al hilo de ellos el autor hace unas reflexiones: la inmigración masiva actual tiene parte de solución y de problema, de grandeza y de miseria, y, en su opinión, convenía afrontarla con mayor acierto del que se viene haciendo. Estas lineas fueron publicadas como carda al director en el Ideal de Granada el 16 de junio pasado.



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1. Es claro que necesitamos mano de obra que ocupe los puestos de trabajo que los españoles ordinariamente no aceptamos, véase por ejemplo el servicio doméstico y, progresivamente, los trabajos del campo y los manuales dependientes de la formación profesional.

2. Es igualmente claro que la baja natalidad que las familias españolas han escogido nos lleva es un camino sin retorno, que la inmigración viene a solventar contundentemente.

3. Veo también positiva la incorporación a nuestra sociedad decadente de personas de alta calidad humana, demostrada al asumir un riesgo importante -la vida en no pocos casos- para sacar adelante a su familia. Aunque me duele mucho ver que algunos intentos fracasan en alta mar.

4. Por contrapartida me parece que la sociedad española se ve incapaz de integrar a un número tan elevado de personas como el que actualmente está accediendo a nuestro país. Los datos estadísticos están muy lejos de la realidad. Cuando hablan de un 10% de la población, tengo la seguridad de que sobrepasa el 20%, cuento por supuesto los que no están aún legalizados. De aquí se derivan múltiples problemas, cito dos a modo de ejemplo:

4.1. El nacimiento de lo los guetos, que forma colonias de africanos, americanos, asiáticos, etc. que viven en la ciudad o el pueblo que sea, pero que no llegan nunca a ser españoles, salvo en el pasaporte.

4.2. La delincuencia, que surge como el único camino para salir adelante, cuando no se consigue ni el trabajo ni la legalización.

5. Por otra parte el desarraigo familiar, cultural y social que padecen la mayor parte de los inmigrantes es tremendo. A veces casi lo considero un timo, cuando advierto que una persona que se ha jugado la vida, cambia toda su cultura, en nuestra sociedad de consumo, por un móvil y por un coche, pequeños o grandes abalorios.

6. Pienso que tanto en África como en América o Asia, o en la propia Europa, puede haber mucha gente descontenta, pero la solución no está en que las más audaces deserten de sacar su país adelante e intenten integrarse en una parte de Europa. Me preocupa además la falta de esperanza de estas familias sobre el futuro de su tierra, porque muy pocos son los que piensan en regresar. Esta sería una buena solución: formarse durante unos años y volver a su país a aportar lo que han recibido. Es preciso encontrar una fórmula que abra la ilusión de todos por trabajar y sacar cada nación adelante.

7. Otra solución es el voluntariado. Propondría intensificarlo entre la gente joven. Conseguir que se desplacen ilusionados a los diversos países, y en contrapartida el Estado lo considere como un servicio especial, y conste en su currículo a diversos efectos. En unos meses de estancia pudieran ayudar en diferentes proyectos que convergieran en la creación de unas mínimas infraestructuras.

8. Las soluciones son múltiples, por supuesto, pero una red de policía fronteriza más eficaz resuelve poco y no ayuda nada. Más serviría una buen ética por parte de los líderes de cada uno de los países, los nuestros incluidos, por supuesto. Cuando se trabaja así los países progresan y se abre una puerta a la esperanza. JAB

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